domingo, 15 de julio de 2007

El Estado Fragmentado


El Estado Fragmentado de Francico Sosa Wagner

El Magnifico prólogo de Joaquín Leguina



Encadenados al Estatut

Artículo de Francesc de Carreras sobre el libro y la realidad de la política catalana:


Francisco Sosa Wagner e Igor Sosa Mayor (padre e hijo) han escrito un apasionante libro sobre las actuales reformas de los estatutos de autonomía a la luz de la – triste – experiencia histórica del imperio austro-húngaro (“El Estado fragmentado”, Trotta, Madrid, 2006), obra de obligada lectura que precisa de un comentario más amplio.
Pero este libro va acompañado de un prólogo de Joaquín Leguina, un veterano del ala izquierda y renovadora del PSOE, que no tiene desperdicio por resultar sumamente crítico con la actual dirección del PSOE y con el Gobierno Zapatero, algo inusual en alguien que todavía es diputado de este partido. En dicho prólogo, Leguina escribe lo siguiente: “Todo este embrollo, esta sensación de engaño o de traición que tantos hemos sentido (se refiere, naturalmente, al proceso estatutario en Catalunya) ha sido el resultado de un gran malentendido: aquel que nos hizo pensar que la izquierda catalana era una izquierda homologable con la del resto de España… y estábamos equivocados o engañados o, con más precisión, autoengañados”.
Este párrafo, leído hace pocos días, me ha venido a la memoria al enterarme, con estupefacción, de las declaraciones de Montilla anteayer en Madrid, en las cuales afirma que acatará – sólo faltaría – la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut de Catalunya pero que “no aceptará una minusvaloración” política del Estatut y utilizará “los instrumentos que da el Estado de derecho para remover los obstáculos y emprender las acciones para conseguir los objetivos de fondo”. A estos efectos, se echa el farol – ridículo si tenemos en cuenta que lo aprobó sólo un 35 por cien de los catalanes – de sostener que “Catalunya se uniría con una sola voz” para emprender estas acciones.
Esta posición del presidente de la Generalitat y el prólogo de Leguina - que no está solo - pone de manifiesto las diferencias existentes en el campo socialista: entre el PSC y el PSOE, en el mismo PSOE y, también, dentro del PSC, como muestran los recientes expedientes disciplinarios – algunos a veteranos socialistas - dentro de este partido por motivos de esta índole y formulados en un tono que recuerdan el más puro estilo estalinista, en concreto las purgas de 1937 y 1938.
Quizás la función hace al órgano, quizás las otras fuerzas del tripartito obligan a Montilla a hacer estas declaraciones. Quizás. Pero yo más bien me inclino a pensar que Montilla es sincero y cree que la política socialista en Catalunya pasa por una defensa cerrada del estatut frente a todos y lo cree, como ha dicho en Madrid, porque “Catalunya aspira a reforzar el reconocimiento de su identidad nacional”, algo que hasta hace poco sólo repetían los políticos nacionalistas. Montilla, preso del síndrome de Estocolmo, ya es uno de ellos y dice lo que dice porque lo piensa.
Algo podría haber cambiado en Catalunya tras el larego período convergente. Sin embargo, nada parece haber cambiado: las mismas obsesiones, el mismo enemigo exterior e interior, el mismo creerse el ombligo del mundo, ¡som el millors!, pensar que siempre se tiene razón y que los otros no nos la dan porque son los españolistas de siempre, nunca pensar que quizás algo hemos hecho mal.
Encadenada la política catalana al Estatut durante su traumática elaboración, ahora lo seguirá estando, por lo visto, para defender su constitucionalidad, incluso frente a una sentencia, todavía hipotética, del Tribunal Constitucional.

Francesc de Carreras

La Vanguardia
14 abril 2007

1 comentario:

Jefe Rojo dijo...
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