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lunes, 21 de diciembre de 2009

Félix de Azúa: 'Veloz progreso hacia el pasado'


Uno de los muchos vizcaínos huidos de la represión política vascongada y que vive en Cataluña desde hace 30 años me contaba la semana pasada lo siguiente. Tiene él un amigo, excelente profesional y persona bien situada, que adolece de un profundo sentimiento nacional y es separatista desde sus años universitarios. Ello no ha impedido en ningún momento que se lleve bien con el vasco, persona más bien escaldada en ese terreno y poco dada a la expansión patriótica. Sin embargo, según me dijo, el tono de las conversaciones ha ido variando a lo largo de este año que ahora termina. En su último encuentro, el educado ciudadano catalán le había dicho con gesto ufano que la independencia sería inevitable en un plazo de seis años y que tal era el cálculo de los partidos nacionalistas, no sólo los fanáticos y el de la derecha católica, sino también buena parte de los socialistas catalanes acomodados. Mi amigo tragó saliva y le preguntó si había planes, también, para ellos. “¿Para quiénes?”, preguntó el separatista. “Para los españoles que vivimos en Cataluña”. “¡Oh, por supuesto! Tendréis 20 años para elegir”. Mi amigo insistió, con una sonrisa, sobre qué era lo que tendría que elegir. Su colega dejó escapar una alegre carcajada, le dio unas palmaditas en el hombro y se fue hacia otra mesa.

Hay en Cataluña una masa significativa, quizás en este momento en torno al 20% de la población, que piensa muy seriamente como el caballero separatista y ocupa lugares estratégicos del sistema económico, mediático y político catalán. La cifra se ha multiplicado durante el Gobierno de Zapatero, precisamente por lo comprensivo que ha sido con las exigencias separatistas. Como saben bien quienes han conocido las peores etapas vascas, las concesiones sólo sirven para estimular las exigencias porque siempre se interpretan como debilidad. La consigna nacionalista dice que fue la intransigencia de Aznar lo que multiplicó a los separatistas, pero lo cierto es que ha sido Zapatero quien ha construido a Montilla y con Montilla llegaron los referéndums soberanistas. ¿Que no son vinculantes y que no llevan a ningún sitio? ¡Menuda simpleza! La política pública (otra cosa son los negocios subterráneos) es exclusivamente mediática y para los medios nacionalistas (que aquí son (casi) todos) Cataluña ya se ha volcado en la secesión.

Lo peligroso de la independencia no es el hecho en sí. ¿A quién le importa que de la noche a la mañana aparezcan en el mapa Macedonia, Croacia o Kosovo? Lo inquietante es el tipo de poder que se instala en esos reductos. Las “nacionalidades” de nueva creación son productos etiquetados con el sueño de una idealización, y el peso de su publicidad (en ausencia de guerra, las naciones se venden como mercancías) descansa sobre mitos o sobre sucesos que tuvieron lugar hace siglos. Como no puede ser de otro modo, los nacionalismos son muy conservadores, están anclados en el pasado y tienen una sólida base burguesa. Cada paso hacia la independencia trae consigo colosales negocios locales. Así es el nacionalismo franquista, el lepenismo francés, el de la Liga Norte o el de los xenófobos septentrionales. Nadie ha conocido jamás un nacionalismo obrero. Frente a esta evidencia, los separatistas suelen aducir el nacionalismo de las viejas colonias como Cuba o Argelia y sus derivados tipo Chávez. Me parece más prudente no pisar ese charco de sangre.


El neonacionalismo actual, como el catalán o el vasco, pertenece al conjunto de presiones derechistas que quieren acabar con los restos cívicos de la Transición. Es un regreso a la sociedad pre-democrática controlada por los poderes feudales regionales mediante la secular alianza del campesinado con la oligarquía. De ahí la importancia que tiene entre los separatistas la palabra “pueblo” y la escasa atención que dan al término de “ciudadano”. De ahí también la constante animización mágica del catastro, “Cataluña exige, Cataluña ha dicho, Cataluña ha decidido…”, o la obsesión con el folklore inventado por las élites regionalistas del romanticismo. Y no es de extrañar que el primer referéndum independentista del pasado domingo se celebrara en un pueblo de 120 habitantes. Su independencia es ontológica, o sea, no tiene remedio. Es el símbolo supremo de la nación añorada: agraria, montañesa, minúscula, la puede gestionar un párroco.

Ahora bien, la independencia real, lo que suele denotarse con el término “soberanía” que tanto usan los nacionalistas catalanes, significa asumir la plena capacidad legal para declarar el estado de excepción, según la clásica definición de Carl Schmitt. Son muy recomendables las reflexiones de Giorgio Agamben comentando a Walter Benjamin sobre este punto en el recién traducido El poder del pensamiento (Anagrama). Suspender la legalidad vigente de modo legítimo es lo propio del soberano, sea éste una persona o una institución. De hecho, los nacionalistas de Montilla ya están legalizando a toda prisa un Tribunal Constitucional catalán para cuando suspendan la Constitución española. No sabemos, de todos modos, si estos soberanistas están dispuestos a plantear el estado de excepción prescindiendo de un Ejército de respaldo y contando tan sólo con la presión mediática y económica. Se han dado escisiones pacíficas, como la de la nación llamada Eslovaquia, y es posible que un proceso semejante pueda aplicarse en el futuro a Chipre para separar a turcos de helenos, pero creo dudoso que sirva para España, aunque sólo sea porque en otras regiones hay un nacionalismo español tan radical como el catalán o el vasco y de similar ideología. Es cierto que está permanentemente controlado y apenas representa peligro alguno, pero dudo de que se quede sentado mirando la tele cuando se le arranque una cuarta parte de lo que él considera que es su nación.


En cambio, el caso vasco lleva camino de emprender otro derrotero mediático a partir de la expulsión del PNV de los resortes económicos del Gobierno autonómico, aunque no de todos. Allí, los socialistas han tomado una posición coherente con la tradición de la izquierda europea y, de momento, mucha gente respira aliviada por primera vez desde hace medio siglo. La peculiaridad del caso catalán es que el partido socialista (que escribe su logo con esta grafía: psC para subrayar que son más catalanes que socialistas) era el órgano que debía corregir la deriva conservadora, constituida en verdad como un movimiento nacional en consonancia con la herencia rural y oligárquica del nacionalismo catalán. Sin embargo, y contra toda la herencia ilustrada, progresista o revolucionaria del partido, los socialistas catalanes (en realidad, tan sólo su acomodada cúpula dirigente) han asumido en los últimos cinco años los mitos del nacionalismo conservador y rural, su lenguaje se ha vuelto casi exclusivamente sentimental y apenas se distingue del de sus socios separatistas.

Este giro derechista del socialismo catalán, no obstante, parece compartido por el Gobierno de Zapatero, cuya errática e improvisada política va deslizándose paulatinamente hacia posiciones de una irracionalidad incompatible con la experiencia del socialismo europeo. Un populismo, una obsesión por el espectáculo, una cerrazón sectaria, una frivolidad moral, que han otorgado fuerza inesperada a las oligarquías regionales sin obtener absolutamente nada a cambio. Este periodo de gobierno socialista se cerrará con tan sólo dos leyes que puedan considerarse más o menos progresistas: la que permite el aborto de las adolescentes sin permiso paterno y la que concede el matrimonio a las parejas homosexuales. Las pérdidas, como es evidente, tienen otro monto. El balance es desolador.

Quién nos iba a decir a quienes fuimos votantes del socialismo catalán que algún día sentiríamos envidia del País Vasco. Y quién nos había de decir que serían los socialistas catalanes quienes precipitarían en el descrédito al socialismo español.

Félix de Azúa .

martes, 3 de noviembre de 2009

El Pesebre Catalán y C's-Ciutadans


























Después de una larga reflexión, no ideológica, sino de afinidad con la opción política a la que he estado apoyando desde antes de su fundación, sigo militando, como todo el mundo sabe, en Ciudadanos-Partido de la Ciudadanía, a pesar del grave error de alianzas en las europeas.

Como todo el mundo sabe,la cosa Nostra catalanista ha convertido en su pesebre particular el territorio catalán, y a sus ciudadanos. Lugar donde roban el dinero público, expropian por dos duros, -St. Coloma- e imponen multas claramente recaudatorias -80Km/h - o de represión lingüística al 60% de ciudadanos catalanes hispanohablantes, y al que no acepta su visión de la realidad catalana, con la exclusión social. Los Capos: el Govern Catalá, reparte el pastel entre los amigos de la Familia, con estudios de informes surrealistas muy bien pagados o, a base de subvenciones desproporcionadas que usan para desviar el dinero a otros asuntos identitarios, -Omnium Cultural, Palau de la Musica- o para enriquecer a los que están en el ajo catalanista –Millet-. Y al mismo tiempo, con los ciudadanos y asociaciones privadas que no son de cuerda, a golpe de subvención, crean un clientismo político que les sirve para ganar elecciones y mantener su feudo.

Como todo el mundo sabe, el llamado PUC, el transversal partido unificado catalanista compuesto por PSC-IC-ERC-CiU, unen sus diferencias para el fin común y último de la construcción de un país inventado por sus capos mafiosos y sus esbirros seudointelectuales. En esta indigna unión, está, desde los que se llaman a sí mismo como progresistas y de izquierdas, hasta la derecha catalanista más ultracatólica y más rancia. Por lo tanto, la izquierda internacionalista del socialismo democrático donde la verdadera patria son los ciudadanos del mundo, no existe en el umbral político catalán. Los que seguimos creyendo en las bases democráticas y universales del socialismo, no tenemos representación en su pesebre, nos llaman españolistas a modo de insulto, como si catalanista, por regla de tres, no fuera en ese caso también un insulto.

Como todo el mundo sabe, desde el punto de vista de la izquierda internacinalista, no nacionalista o antinacionalista, -como más les guste- no cabe apoyar nacionalismos tribales y feudales sólo basados en el uso de una lengua y orquestados por la elite dominante de ese lugar. Estos ciudadanos progresistas que apoyan a estos indignos representantes de la socialdemocracia, ya sean de PSC o IC, pasan sin darse cuenta a estar más en vilo por el sentir privado de sentirse del terruño, de si llevar un burro o un toro en el coche, que a estar por lo que dicen que son y votan; favorecer la igualdad, la solidaridad, y la libertad personal de ser; la evolución social a un mejor reparto de beneficios y de perdidas, control del uso del dinero público por los políticos; reformar la ley electoral para que no decidan siempre los mismos, etc. Los ciudadanos catalanes que se dicen de izquierdas, y que votan a partidos que llevan esa etiqueta sólo por explotar la tradicional pero ya pasada confrontación entre la izquierda y la derecha, han dejado de ser de izquierdas para convertirse simplemente en nacionalistas identitarios y excluyentes, lo contrario de lo que proclama el sentir socialista.

Como todo el mundo sabe, El PP, partido también agarrado a la partitocracia que gobierna España y contrario, como el PSOE, !cómo no¡ no es de extrañar, a la reforma electoral, baila, según el son que tocan. Son capaces de aprobar competencias para Pujol sobre la normalización lingüística y de presentar inconstitucionalidades a la norma al mismo tiempo. El PP se catalaniza según le conviene para ver si los Capos le dejan más parte del pastel. El PP se dice no nacionalista, pero todo el mundo sabe que en él hay un componente de nacionalismo español muy fuerte.

Llegado a este punto, la alternativa está clara:

Que la única fuerza política que contempla el socialismo democrático no nacionalista es C’s.

Que la única fuerza política de opción no nacionalista es C’s.

Que el ideario de C’s, además de no nacionalista sigue siendo liberal y progresista, dentro del espacio ideológico del socialismo democrático.

Que C’s contempla un programa de acciones políticas a considerar en un supuesto gobierno, más igualitario, regenerador, y constitucionalista que el del PSOE-PSC.

A todo ello, hay que añadir que C’s cuenta con tres escaños en el Parlament desde las anteriores elecciones y, por lo tanto, su voz ya es conocida a pesar de los intentos de silenciar su labor negando el espacio audiovisual básico para dar a conocer su voz, y opinión, en los medios de comunicación públicos.

Que nuestra verdadera lucha y motivo de existencia está aquí, en Cataluña. Que por eso tenemos que mantener nuestra presencia en el parlament; aquí és donde sentimos la discriminación por ser constitucionalista, por hablar castellano o pensar diferente a ellos.

Por todo ello sigo apoyando la única opción posible en Cataluña: C’s. De centroizquierda, progresista liberal y no nacionalista.

Javier Casas

miércoles, 15 de octubre de 2008

PSOE... pura PO$E



La Agrupación de Jóvenes de C's nos desvela la POSE del PSOE en este video y, su argumento, en este link

domingo, 27 de julio de 2008

Ernest Maragall y su Nacionalismo





















A propósito de su artículo en el país sobre el Manifiesto por la lengua común:

Permítame Conseller Ernest Maragall que le catalogue de fariseo, embustero y falso, pero sobre todo…….. de miserable.

No se puede tergiversar más un texto sin que medie pura y llana mala leche. La mala leche que atesoráis vosotros, chamanes de tribu, procreadores de mitos en asegurar cosas que el manifiesto no dice.

El manifiesto está por el Bilingüismo, el mismo bilingüismo que esta colla de intransigentes e insensibles carroñeros de la historia, egoístas e insolidários, pedían antes, cuando todos estábamos contra la imposición franquista del castellano en la educación.

El manifiesto está por el derecho a la enseñanza en lengua materna o en bilingüe. Por el derecho que tienen los padres de elegir la lengua vehicular en la que estudian sus hijos.

El manifiesto está para lograr que las sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña se cumplan, como así sería, si pusieran las tres casillas en la hoja de inscripción ; Catalán, Castellano y BILINGÜE.

Pero estos visionarios y profetas negociadores de sentimientos con la que hipnotizan a la gente por medio del más intimo sentimentalismo, en pura sintonía con la estrategia nazi de la psicología de masas, los convierte en salvadores de patrias imaginarias, o de lenguas que hoy en día, están más fuertes y son más habladas qué nunca lo han sido en la historia.

La política qué aplican los nacionalistas en una sociedad compuesta de ciudadanos libres, és, la política basada en imposiciones de etnia, grupo homogéneo y propio, no en criterios políticos que beneficien a todos los ciudadanos. Ellos sólo tienen que contentar a sus partidarios no a los demás, puesto que los demás, somos excluidos.

Los nacionalistas solo se representan a ellos mismos, dándonos la espalda a los demás ciudadanos que tenemos otra manera de ver la vida pública o de ver la resolución de los problemas cotidianos que nos afectan a todos, apolíticos o no apolíticos, de una u otra tendencia.

Los nacionalismos no resuelven problemas a los ciudadanos, los crean para manipular historias y creencia con el fin de perpetuarse en el poder de generación en generación. Como así esta ocurriendo en nuestra Cataluña, qué históricamente siempre ha sido gobernada por afines al Clero y a la Burguesía, y han despreciando históricamente a campesinos, obreros y trabajadores en general, en cualquier época de su historia. Sus descendientes burgueses, siguen hoy en día como líderes y gobernantes nuestros casi 200 años más tarde y muchos, enrolados en las filas socialistas y progresistas

El nacionalismo siempre ha sabido crear el victimismo apropiado para traspasar a otros sus carencias y culpas, apoyándose en el sentimentalismo propio del concepto de patria, incrustando en las mentes de la gente del pueblo la idea de madre de todos los que viven en un mismo lugar o, hablan una lengua particular, aunque no sea la única del territorio. Sobre todo a partir del siglo XlX con el auge de las patrias identitarias, llamadas románticas y basada en una etnia, una cultura, una lengua y, que acabó con la llegada al poder por medios democráticos de los nazis en Alemania. De tan triste recuerdo.

Anhelo que algún día la parte de mi pueblo catalán que está absorbido por estos emblemas de la sin razón, estos políticos sacerdotes inventores de patrañas irracionales que privan al individuo de un análisis libre, igualitario, solidario e internacionalista de la existencia de la raza humana en este planeta, dejen de creer y apoyar a semejante colla de hipócritas y farsantes mamarrachos que se mueven sólo por sus propios intereses no por el interés general de la humanidad.

Ernest Maragall, es ante todo un nacionalista que impone, miente y tergiversa al más puro estilo hipnótico de masas, apoyado en el victimismo de la más profunda desazón que le produce un manifiesto justo, por la lengua común qué siempre, desde ya en época de los Trastamara, se ha hablado y ha sido propia de Cataluña y, de España.


Javier Casas

martes, 22 de julio de 2008

el PSC abandona el principio básico de la izquierda




Ciutadans-Partido de la Ciudadanía valora muy negativamente la deriva nacionalista adoptada por el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) en el XI Congreso de este partido celebrado el pasado fin de semana en Barcelona.

Con esta nueva línea política estratégica, el PSC abandona el principio básico de la izquierda, la promoción de la igualdad como elemento determinante de la justicia social, para abrazar como nueva identidad ideológica el nacionalismo. Su afirmación de principios donde "la lucha por el socialismo y la libertad nacional de Cataluña son objetivos inseparables", es una quiebra definitiva a los principios básicos del socialismo democrático y del programa ideológico de los movimientos progresistas europeos contemporáneos. El PSC ha renunciado a defender los valores de la igualdad y de la solidaridad para, junto con los partidos reaccionarios nacionalistas, hacer de la identidad excluyente su propuesta de modelo de sociedad. Ha decidido ocupar la centralidad política en Cataluña en el único eje que les interesa, el identitario, haciendo suyo el discurso nacionalista más radical con la única intención de perpetuarse en el poder. Por ello el PSC no duda en definirse desde principios tan antagónicos como son el socialismo y el nacionalismo.

Ni la propia CiU de los 90 se había atrevido a declarar públicamente su nacionalismo identitario de una forma tan desacomplejada como ha hecho el PSC en su último congreso. Un PSC que no ha dudado en humillar públicamente al PSOE y al Presidente Zapatero.

El PSC ha convertido el discurso nacionalista antiguo, rancio, pre-moderno, en su divisa política. Al asumir ideológicamente que los territorios son los depositarios de los derechos reduce los ciudadanos a la categoría de súbditos. El PSC ha decidido, al menos hasta la próxima cita electoral, quitarse la careta, y hacer suya la coartada que ha servido de excusa a todos los nacionalistas para ocultar a los ciudadanos su ineptitud: la nación.

Desde Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, recordaremos al PSC los posicionamientos que ahora proclama a los cuatro vientos, y le exigiremos que en sus próximas campañas electorales diga públicamente que el PSC defiende una realidad nacional que se llama Cataluña, y explique a sus votantes donde deja esa "afirmación nacional", a España. Una España que, bajo su propuesta de convertirla en una España federal, oculta su verdadera intención, convertir a nuestro país en una Confederación de territorios sin lazos comunes, sin vínculos afectivos, sin proyecto común, como paso previo a su disolución como nación de ciudadanos libres.

21/07/2008 C's