sábado, 5 de abril de 2008

La Izquierda, hoy. Fundamentación: Libertad e Igualdad

Juan Antonio Cordero.


Cuando se piensa en la izquierda, el valor que más rápidamente se asocia a su ideario es el de igualdad. Igualdad, justicia social, redistribución. Y efectivamente, la izquierda ha sido tradicionalmente sensible a las problemáticas de desigualdad o exclusión y sus efectos sobre la libertad, la dignidad y la autonomía de las personas.

Hay quien considera que esa vocación igualitaria es incompatible con la defensa de la libertad. Como si la izquierda lanzara la igualdad contra la libertad. Sin embargo, no hay contradicción, o no tiene por qué haberla, entre libertad e igualdad. Puede haber tensiones entre dos conceptos que son diferentes, pero no necesariamente contradicción. La disyuntiva resulta, en este caso, sólo aparente: más que escoger entre una sociedad de sociedad de iguales, de pares, y una sociedad de personas libres, la izquierda aspira a una sociedad de personas igualmente libres. La igualdad no es negación de la libertad, es una condición previa. Igualdad para la libertad, por tanto; y no igualdad contra la libertad.

No voy a extenderme mucho más en este tema, sobre el que el profesor De Carreras hablará con mayor profundidad y más precisión en la conferencia del 27 de junio. Pero sí me parece interesante destacar que la tradición socialista, y en general la tradición de izquierdas, son tradiciones emancipatorias, que aspiran a la liberación del hombre. Una liberación que sólo puede alcanzarse removiendo las desigualdades, ya sean sociales, culturales, económicas, étnicas, lingüísticas, sexuales o de cualquier otro tipo, que condicionan el desarrollo de los individuos y que vienen impuestas por el entorno. El lema “Ninguna desigualdad sin responsabilidad” expresa sintéticamente esta idea: para la izquierda, no se puede hablar propiamente de libertad mientras persistan en la sociedad desigualdades o desventajas que no son imputables a los individuos.

Esta idea, este compromiso liberal, en el sentido más amplio del término, es central a lo largo de la trayectoria de la izquierda. Me gusta mencionar en ocasiones, al hilo de esta reflexión, el comentario de Pablo Iglesias, fundador del PSOE y referencia clave del socialismo español, que advertía que “quienes contraponen liberalismo y socialismo, o no conocen el primero o no saben los verdaderos objetivos del segundo”. El socialismo será liberal, en el sentido de orientado hacia la libertad, o no podrá ser socialismo. La izquierda será liberal, o no será izquierda. Libertad e izquierda, libertad y socialismo, son conceptos inseparables, y no opuestos.

De acuerdo con este planteamiento, no es cierto, o no es completamente cierto, que lo que separe la derecha de la izquierda sea que una defiende la libertad y la otra no. En absoluto: tanto la derecha moderna, la llamada derecha liberal, como la izquierda democrática, tienen un mismo referente que podemos situar en la Revolución Francesa. Una Revolución que supone también la aparición, o la consolidación, del concepto de “ciudadanía”, sobre el que volveré más adelante, y cuyo legado se recuerda en tres palabras, “Libertad, Igualdad, Fraternidad”. Tanto la izquierda democrática como la derecha liberal hacen suya esa reivindicación, por tanto, de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad, en algún sentido.

Si la distinción no es ésa, podemos preguntarnos entonces cuál es la diferencia fundamental entre derechas e izquierdas. En mi opinión, no está tanto en la defensa o no de la libertad como en la concepción de libertad que cada una tiene. ¿Qué libertad? Libertad, ¿de qué? y, ¿para qué? Estas preguntas darían para muchas y muy variadas reflexiones; yo me limitaré a apuntar una que me parece destacable. La derecha ha hecho tradicionalmente hincapié en la protección del derecho a la propiedad, en las libertades económicas, en la capacidad de disponer libremente de lo que se posee, sin interferencias, o con las mínimas interferencias, de los poderes públicos. Simplificando mucho, y por decirlo en una palabra, podríamos hablar de “libertad para tener”. La posición de la izquierda, por su parte, ha priorizado otro modelo de libertad, en el que prima la capacidad del individuo para autorrealizarse, para desarrollar sus propias capacidades independientemente de sus condicionantes económicos, culturales, etcétera. Y para ello, para que la desventaja en el punto de partida no te haga menos libre, es necesario combatir las desigualdades y apostar por un proyecto igualitario. Si hubiera que resumir la diferencia entre derecha e izquierda, simplificando mucho, podríamos decir que se contrapone la “libertad para tener” propia de la derecha, con la “libertad para ser”, para desarrollar las capacidades y las aspiraciones de cada cual, que defiende la izquierda.

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