viernes, 14 de diciembre de 2007

La diversidad un hecho, la igualdad un derecho



La emigración es la combinación de la esperanza humana y el movimiento; la esperanza se realiza a través del movimiento. Ryszard Kapucinsky.

Según el ideario de nuestro partido, Ciutadans, una de las líneas de acción política que nos constituye, apuntalada en nuestro marco ideológico, es la integración social de los inmigrantes para que puedan acceder a la condición plena de ciudadanos. La empresa no es menor. Una de las herramientas, también de nuestro proyecto, es la de ser representación de la ciudadanía. Y si la ciudadanía es diversa, si ése es el presente que tenemos, no hay excusas para obviar este hecho, la representación de C’s debe ensanchar el perímetro. Personas que no son originarias de aquí trabajan en la restauración de la fachada de nuestro edificio, o nos tratan médicamente, o comparten con nosotros afinidades en miedos y anhelos.

Que vengan gentes de otras partes del planeta al sitio en el que estamos (tengamos presente que por pura casualidad) no es un problema, es un recurso que todos estamos utilizando. La fuerza de trabajo que ha necesitado el país ha sido cubierta a lo largo de la historia por diversas oleadas migratorias, pero en los últimos años la mano de obra que compartíamos entre los autóctonos no ha sido suficiente, y ha sido necesario que vinieran gentes de otras partes del mundo para permitirnos funcionar mínimamente. Estando así las cosas, la dificultad estriba en gestionar las condiciones de ciudadanía para estas personas, en saber hasta qué punto tenemos capacidad de absorción. Y no cerrar los ojos ante la evidencia de que venir, para ellos, podría ser la posible solución a su problema, porque ellos sí que lo tienen, la supervivencia.

Ante esta situación Ciutadans tiene un proyecto, de largo recorrido, el de construir una sociedad incluyente, un país de ciudadanos, un derecho que tienen todos los seres humanos. Ciutadans crece sobre este leitmotiv, el de reconocer a todos los ciudadanos los mismos derechos y deberes sin distinción de origen ni condición. Para nosotros estas ideas habrán de significarse en que todas las personas con su carga cultural tienen derecho convivir en nuestra comunidad cívica y, también, deberán ceñirse a los marcos legales del Estado de Derecho en términos políticos (Constitución, tratados europeos, y Estatut) y a la Declaración de los Derechos Humanos en términos morales.

¿Es una política para utópicos? La política o tiene una gran carga de utopía o es politiquería y se metamorfiza en aséptica gestión. La gestión es condición necesaria para la política, pero no se hace política sólo con el tacticismo. La fuerza para proyectar, para querer transformar la sociedad y el presente, sólo ese anhelo de transformación puede constituir una política de calado. Sin ideas-deseo no sobrevive proyecto político alguno. Definitivamente, nuestra apuesta por la política migratoria tiene un poco-mucho de utópico, un grado de dificultad muy importante, pero eso no debe de llevarnos al abandono de nuestros proyectos. La política también tiene sus tiempos, no podemos frenar procesos ni acelerarlos, el arte es adecuar el proceso al tiempo real, cualquier proyecto necesita modo de financiación y calendario razonablemente posible. No podemos ir por delante de la realidad, pero tampoco podemos quedarnos a la zaga. Cada propuesta que hagamos como partido tiene que tener claro cual es el objetivo final de nuestro proyecto: la ciudadanía no excluye a nadie.

Gema Sanz. Miembro del Consejo General de Ciutadans - Partido de la Ciudadanía

Barcelona, 30 de septiembre de 2007

2 comentarios:

A. Sánchez dijo...

A mí particularmente no me gusta el término integración. Lleva implícita, la obligación de "desintegrarse" previamente o la imposición de perder raíces.

Prefiero utilizar el vocablo inclusión que no conlleva esos inconvenientes. Las personas -por extensión los inmigrantes- han de estar incluídas, no integradas

Anónimo dijo...

Es un detalle en el que no he caído, pero ahora que lo dices, puedes tener razón y por cambiar el término no hay problema, al menos por mi parte.

Jefe Rojo