sábado, 8 de noviembre de 2008

izquierda y nacionalismo. 9ª pregunta

Por definición, siendo de izquierdas no se puede ser nacionalista.

Sección de la entrevista realizada por Miguel Riera a Felix Ovejero para El Viejo Topo nº 198, (2.004) se explica y justifica de forma demoledora el porqué.

9ª pregunta

MR- Con frecuencia se dice que en el fondo la crítica a los nacionalismos periféricos no es más que una defensa de otro tipo de nacionalismo, el español. No crees que es así?

FO-Esa tesis se ampara en una falacia que consiste en sostener que la negación de un nacionalismo equivale a la afirmación de otro nacionalismo, el español. Eso es lo mismo que decir que no cabe la crítica al nacionalismo porque no hay punto de vista fuera del nacionalismo, que criticar a un nacionalismo implica necesariamente estar a favor de otro nacionalismo: si uno se opone a una propuesta nacionalista, es que lo hace para defender propuestas españolistas... Con la cobardía del ejemplo, que diría Pessoa: estar en contra de que sólo se impartan dos horas de clase en castellano, ya sería nacionalismo español. Si, por ejemplo, alguien propone cuatro horas, ya sería nacionalista español.

Si queremos ser respetuosos con las palabras y la lógica, la operación correcta es otra. Lo que sería españolismo, no es la negación de la propuesta nacionalista, sino la misma propuesta, pero cambiando los protagonistas. Para seguir con el ejemplo: dos horas de catalán y el resto en castellano. Eso sería nacionalismo españolista. Más en general, creo que ese es un saludable ejercicio intelectual, darle la vuelta a las propuestas y a las tesis. Clarifica mucho. Unos cuantos ejemplos: ¿qué pensaríamos de un partido que defendiera el GAL, que homenajeara a sus miembros, y defendiera la vuelta a la dictadura, y de otro, con responsabilidades de gobierno, que saliera en defensa de ese primer partido, que le abriera sus medios de comunicación y se apoyará en él para gobernar, mientras decía que hay que suprimir los estatutos de autonomía para resolver el conflicto que plantea la existencia del GAL?; ¿y de alguien que le diese por defender la recuperación de la unidad de las comunidades hispánicas, de Latinoamérica y de buena parte de Estados Unidos, porque comparten una lengua y porque en otro tiempo, hace menos de doscientos años, formaban parte de España?. Todo eso nos espeluznaría. Pues eso, mutatis mutandis, incluso con menos soporte empírico, forma parte de los supuestos centrales de la estrategia política nacionalista. Que uno se oponga a esas locuras en boca de los nacionalistas, obviamente, no lo lleva a defender estas otras locuras españolistas. Y sin embargo, buena parte de nuestra izquierda ni levanta el dedo: al revés pide respeto para las locuras. La verdad es que cuando preguntas a los amigos, "bueno, pero ¿a qué te refieres en concreto cuando hablas de españolismo?", la respuesta más recurrente apela a cosas como el tamaño de la bandera de la plaza Colón. No seré yo quien la defienda. Pero desde luego quien no la puede criticar es quien organiza actos políticos, de su propio partido, en donde se cantan más veces himnos nacionales que la internacional y se exhiben más banderas nacionales que rojas. En realidad, tengo la impresión de que si llega la república, se sentirían muy incómodos con la bandera tricolor.

A veces en realidad lo que esconde la crítica al españolismo es una simple crítica a la idea del Estado, a cualquier presencia del Estado, sea la que sea, tenga que ver con la cultura o no, como simple institución política. Algo también difícil de comprender para la izquierda. Su historia es la de una lucha por marcos, sometidos a control democrático, que permitieran realizar la justicia, la redistribución, asegurar que los poderosos no puedan someter a los débiles, la existencia de una ley que impida las dominaciones arbitrarias o despóticas, en la empresa, en la casa, derivadas de la fuerza o del dinero.

Hay otra confusión, de más calado, que también está en la trastienda de esa tesis: la confusión entre españolismo, centralismo, y control democrático. Los problemas de descentralización son en buena medida técnicos. Seguramente, para ciertos asuntos, por problemas de coordinación, y de economías de escala, lo mejor es un sistema centralizado y para otras cosas, un sistema reticular. Eso depende de los problemas a resolver. Pero es que, además, la descentralización nada tiene que ver con el autogobierno, con el control democrático de las instituciones ni, desde luego, con mayor o menor nacionalismo español. Resulta perfectamente imaginable un españolismo irrespirable y un sistema institucional máximamente descentralizado. En realidad, un sistema máximamente descentralizado, de coordinación espontánea, como lo es el mercado, acaba en dos días con las culturas "nacionales", porque la coordinación espontánea converge hacia equilibrios que se corresponden con las convenciones compartidas o, en su defecto, las mayoritarias. Si tú tienes que vender un producto o contar las noticias en un periódico o, simplemente, contar tu vida a cuatro tipos en un bar, lo harás en la lengua común. El proceso, además, es acumulativo, por necesidad de comunicarse, de acceder a información, de trabajo, de viajes. No es resultado del ejercicio de ningún poder, sino de millones de decisiones espontáneas... La expansión del castellano en USA es cualquier cosa menos acción teledirigida desde un poder central. Es lo que ha pasado históricamente con monedas y sistema de pesas y medidas y también con las lenguas. Nosotros mismos hemos sido testigos de cómo ha sucedido con las tarjetas de crédito, el sistema de teléfono, los formatos de vídeo y mil cosas más. Por información, comunicación o transporte los individuos tienen razones para utilizar los más utilizados por otros individuos. Y eso, que los economistas llaman economías de red, es descentralización en estado puro.

3 comentarios:

rase dijo...

Fantástica respuesta-exposición de félix Ovejero con la que estoy totalmente deacuerdo. Sólo añadiría una cosa: la distinción entre el nacionalismo político y el étnico, siendo características de éste, en primer lugar la raza y/o la lengua como base para la formación de la nación y en segundo lugar el irredentismo, al que ya ha hecho referencia FO en la hipótesis de la recuperación de los estados hispanos de América.

La distinción entre nacionalismo politico, sentimiento nacional, nacionalismo constitucional o españolismo "bien entendido", es baladí, pero no la diferenciación entre éste y el étnico, puesto que no todo sentimiento de orgullo o apego a tu nación se puede o mejor, se debería calificar como nacionalista, a menos que le interese a alguien, por ejemplo tachar de nacionalista y "fascista" a una multinacional, como, pongo por ejemplo y sobre la marcha a IKEA por utilizar los colores nacionales (de su bandera) en el logotipo de su cadena de tiendas.

Porque de aquella manera, cualquier sentimiento o manifestación de sentimiento patrio quedaría enmarcado dentro del nacionalismo general, sin distingos, y por tanto, sospechoso de etnicista.

Valga mi reflexión a tan buen artículo del señor Ovejero.

Plataforma "Avanza" dijo...

¿Te apetece participar en la Plataforma Juvenil Progresista como co-autor? Este mes de noviembre debatiremos sobre el nacionalismo, podría interesarte y desde luego, a nosotros nos interesa conocer tu punto de vista.

También participa desde hace tiempo Daniel Perales.

Si te apetece, envíame un correo a topoalk@hotmail.com y te incluiremos en nuestro grupo de debate.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Hacía mucho tiempo que no recuperaba la idea de que el razonar y argumentar es un arte. Y por si hiciera falta decirlo, estoy totalmente de acuerdo con lo que expone Félix.